PRESENTACIÓN PERSONAL
Cada vez con mas frecuencia nos encontramos con personas a nuestro alrededor que se acercan a la Psicología en busca de ayuda para su malestar psicológico expresado de las maneras mas diversas: angustia, ansiedad, miedos, adicciones, problemas de pareja, laborales, etc, bien definido en ocasiones, o difuso e inespecífico en otras. En todo caso, el denominador común que les une siempre en sus demandas, es el elevado nivel de sufrimiento que suele afectar
a todos los ámbitos de su vida: su propio yo interior, su familia, trabajo, amigos, etc.
Desde la Psiquiatría y la Psicología tradicionales ha existido, y existe aún en la actualidad, la tendencia a medicalizar y etiquetar a cada una de estas personas con arreglo a convenciones perfectamente descritas en los manuales diagnósticos al uso y a aplicarles los tratamientos protocolizados para cada “patología” en función de la Escuela Psicológica a la que cada terapeuta esté adscrito.
Aún siendo consciente de los logros espectaculares alcanzados por algunos de dichos tratamientos y siendo, desde luego, tributario de ellos, no puedo dejar de echar en falta una premisa fundamental que, a mi modo de ver, se nos olvida con mucha mas frecuencia de la que me gustaría y es que:
LA PERSONA, EL SER HUMANO, ES PARTE INSEPARABLE DE LA SOCIEDAD EN LA QUE VIVE Y NO PUEDE DESARROLLARSE EN PLENITUD ALEJADO O SEPARADO DE ELLA, AL IGUAL QUE NINGÚN ORGANISMO VIVO PUEDE VIVIR DE FORMA NATURAL FUERA DE SU NICHO ECOLÓGICO

Es desde esta perspectiva, desde la que planteo cualquier actuación terapéutica destinada a aliviar o corregir los trastornos que llevan a las personas a plantearse la necesidad de recibir ayuda psicológica profesional.
Sea cual sea la causa por la acuden, estoy plenamente convencido de que los efectos desestabilizadores que ésta tiene sobre las emociones del individuo no podrán ser revertidos si no es facilitándole las herramientas necesarias para desenvolverse en su entorno habitual, bien sea devolviéndole aquello que tuvo en alguna ocasión o bien proporcionándoselo por primera vez, para que tome en sus manos las riendas de su vida Por ello, salvo que nuestro objetivo sea obtener un individuo que se mantenga de modo artificial y controlado como lo haría una planta de invernadero o un animal en el zoológico, no nos queda mas remedio que realizar un proceso de inmersión plena en su hábitat y con la ayuda de todas las técnicas que se hayan demostrado científicamente útiles en el tratamiento del trastorno de que se trate, comenzar a recorrer junto a la persona el camino de salida de su sufrimiento, hasta que sea capaz de soltarse de nuestra mano y encontrar por sus propios medios el trayecto que mas le apetezca.
Para alcanzar este objetivo de autonomía yo utilizo una serie de técnicas y terapias bastante poco ortodoxas, desde el punto de vista estríctamente académico, y muy eclécticas, procedentes de diversas escuelas sociológicas, psicológicas y filosóficas.
He de decir, para no faltar a la verdad, que mi enfoque predominante es el cognitivo-conductual, tanto por mi formación universitaria como por mi necesidad personal de tocar, medir y contrastar todo lo que hago, así como por el convencimiento pleno de que gran parte del aprendizaje es común a casi todos los organismos “inteligentes” y ya que nos consideramos parte de los mismos sería hipócrita por mi parte pretender mantener en el olvido o desvalorizar las valiosas técnicas que esta corriente psicológica puede aportar para la solución de multitud de trastornos.
Dicho esto, debo confesar que mi aproximación favorita es la humanista y que suelo “adobar” toda mi actuación psicológica con una gran carga de filosofía oriental, confucionismo, budismo tibetano, algo de zen y mucha antropología de tribu urbana marginal años 70. También, debido a mi formación como sociólogo, me resulta inevitable acudir a los clásicos para determinados análisis de conducta en función de la extracción social del individuo y el entorno en que se mueve y para ello, nadie mejor que Durkheim, Jung, Sartre y algún que otro pope indispensable de la sociología existencialista del siglo XX.
Como final y para intentar esclarecer un poco mas mi visión del abordaje psicológico entiendo que, en el fondo, cualquier actividad que excede nuestros recursos nos causa estrés, como bien decía Lazarus, que ese estrés eleva nuestra ansiedad por encima del umbral de tolerancia y que los individuos recurrimos a cualquier tipo de actividad compulsiva para reducirla, dando lugar con ello a las múltiples patologías que cursan con ese factor común ( pánico, fobias, ludopatía, adicciones, etc) y puesto que, como decía Buda “la verdad es lo que es útil”, yo aplico en mis tratamientos todo aquello que resulta útil para quienes los reciben: relajación en todas sus variantes (Jacobson, Schultz, etc) aceptación de sensaciones, educación psico-fisiológica, técnicas de control de la respiración, exposición en vivo y en imaginación, reestructuración cognitiva, recuperación de la autoestima, hipnosis, meditación, role playing, modelaje y todo aquello que el paciente admita y sirva para su recuperación, siempre intentando actuar desde sus fortalezas para que pueda tener experiencias de éxito desde el primer momento y sienta que puede ser capaz de manejar su vida y abandonar el sufrimiento innecesario mediante las herramientas adquiridas en el transcurso de su terapia.
Por todo ello, si crees que necesitas ayuda ,o conoces a alguien que la necesite, o simplemente que desee crecer como ser humano y te ha interesado mi visión de la Psicología, puedes contactar conmigo en la siguiente dirección electrónica:
alas46@gmail.com
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